Resumen:
"El señor Ickes no tenía de antemano información al
respecto de que su fuerza era formidable; desde luego que
sus subalternos le habían dado a entender lo contrario,
y mientras tanto, hacían lo que podían por que resultasen
verdad sus afirmaciones. Mantenían que Muñoz era el hijo
de poca importancia de un padre notable, lamentablemente
desprovisto de toda diligencia, perseverancia o habilidad~
un bohemio incorregible que vivía la vida en los cafés, hablando generalmente con una peña inestable y miscelánea
de conocidos; t ·enía inclinaciones literarias, se creía
poeta-"El Vaten, le llamaban sus detractores, pero nunca
trabajaba con suficiente ahinco para lograr nada, aun en
su ocupación de "aficionado"; verdad que a veces hablaba
mucho de planes para mejorar la condición de los puertorriqueños, pero, al hacerlo, podía confundir, desagradablemente,
su nebulosa idea con las aspiraciones fundamentales de su
pueblo. Lo que él decía que querían tenía que ser lo que
quisiesen; y no ofrecía otra prueba de ello. Había sido
legislador y le había formado un ruidoso escándalo al
señor Gruening. Pero fuera de esos hechos casuales, no
había mucho más."
(The Stricken Land, N.Y., 1947, pág.9.)